Con una arriesgada propuesta los premiados coreógrafos Mathieu Guilhaumon y Eduardo Zúñiga, la Compañía BANCH (ballet nacional chileno) estrena su segundo ciclo del año. Son diversas propuestas comenzando con un solista y terminando con un sexteto. El montaje está construido en una escenografía minimalista, apoyado en la intensidad de la música y la ejecución, donde siempre son destacables los intérpretes del Ballet Nacional Chileno
Al ingresar se aprecia el calentamiento de los bailarines. Lo que al comenzar la función es “interrumpido” por la ya clásica grabación de “apaguen sus celulares, no tomar fotos con flash”. Menciono esto, ya que a pesar de lo majadero que puede resultar; siguen las malas costumbres de revisar el celular y chatear. Siempre es molesta la falta de educación y conciencia frente al trabajo de los artistas.
Ahora, retomando la coreografía, que es trabajada por el creador chileno galardonado en el extranjero Eduardo Zuñiga, junto al coreógrafo francés del BANCH Mathieu Guilhaumon, donde ponen en escena seis piezas coreográficas, y lo propuesto de cada uno sale a relucir, notando la trayectoria de éstos y la “mano”, de la que hablan los bailarines al conocer el sello de un creador en la obra. Está claro que al trabajar con música popular, indudablemente se “toca” la memoria emotiva, se podía percibir esto en el afecto de sus aplausos, si además le sumamos la interpretación de cada ejecutante, se potencia.
El comienzo o “1- Puñal” está muy bien escogido, con música de “Maciel” (no mencionaré el tema, la idea es que vaya a ver la función) es interpretada por un bailarín, lo que da asertividad, pasión y fuerza. Trabaja bien la Release (Que es la técnica del movimiento “Fluida y relajada”, entendiendo que la tensión de algo rígido, pasa a convertirse en algo más respirado, entregando el concepto de expansión. Esta fluidez no sólo se refiere al movimiento físico, sino también mental y emocional) siendo parte de la danza contemporánea. Luego continua con “2- At last-Duo”, interpretada por dos bailarines, en la que se propone algo interesante con la utilización del objeto, en este caso el papel reversible dorado y plateado, lo que le otorga una volatilidad a la propuesta que interesa, pero que no logra mantener la tensión de ésta. Adentrándonos en la mitad de estas coreografía, llegamos a un “3-Archipiélago Trío” ejecutado por bailarinas, que a pesar de querer manifestar el equilibrio de lo cotidiano, volviendo a éste, no se logra ese afecto fraterno que se menciona en el librillo(el que se entrega al ingreso). “4-Cuarteto” aquí retomamos el interés del comienzo, hay una prolijidad de mimesis entre los cuatro bailarines, que a veces pasa a percibirse como que fueran dos en vez de cuatro, logrando una complicidad que las hermana; donde la música es la temperatura que los mece y esta cotidianidad es un respiro que mantiene al público atento.
Es por esto que si se disfruta acá el concepto con lo que el coreógrafo define esta pieza “la suma de 1+1 da como resultado 1” .
“5 y 6” cerrando la función. Pero con un incremento en la intensidad de ésta. El escenario se llena con los bailarines y la propuesta toma fuerza, sacando “el fantasma” de los clásicos siempre bien recibidos de otros creadores, con una asertiva composición coreográfica, donde la técnica “tensa” la interpretación (reitero: No mencionaré la música para no generar imaginarios, la idea siempre es que vaya a ver la función) Esto va en un crescendo: el fraseo es repetitivo al comienzo, pero no es incómoda al ir acompasada a la música. Para luego dar fluidez a una trama entre bailarines y música, casi obsesivo, símil escuchar música para acelerar el pulso y todo es más exacerbado, pero en este caso los coreógrafos proponen lo que vemos en escena.
“Siempre, pero SIEMPRE!!! Entre ver y no ver, VAYA!
Así también se construyen nuevas audiencias, para las diferentes manifestaciones artísticas.
Grisel Rico. Coreógrafa.