Esta historia comenzó 10 años antes del triunfo de la Unidad Popular producto de las convulsiones sociales, políticas y culturales de los años sesenta. Apareció en escena un grupo específico de artistas jóvenes, principalmente nos referimos a los primeros egresados del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile o ITUCH, los cuales fueron formados por los docentes del teatro experimental y quienes tuvieron un giro en su quehacer artístico que fue definiendo un lenguaje estético; una dramaturgia que puso como protagonistas al mundo popular; además de una intensa difusión en sindicatos, poblaciones y regiones de Chile reactivando y llevando el teatro a la población chilena que no tenía acceso a la cultura.
La difusión cultural fue concretada en un convenio cultural entre la Central Única de Trabajadores o CUT y el Instituto de la Universidad de Chile o ITUCH en el año 1963. Creemos que la firma del convenio dio forma a una iniciativa que ya estaba impregnada en el ambiente teatral chileno desde los años cincuenta, ya que eran proyectos sociales de algunos docentes del teatro experimental que entendían al teatro como una herramienta de transformación social y que ésta debía llegar a todos los rincones de Chile.
Es así como Pedro de la Barra, Domingo Piga, Orlando Rodríguez, entre otros docentes normalistas quienes tenían un pensamiento progresista o militaron en partidos de izquierda, los cuales tuvieron un proceso personal de transformación a medida que se radicalizaba la época, llevaron a cabo funciones para los trabajadores en la sede de la CUT en los llamados Martes Sindicales.
Las escuelas de verano realizadas por la Universidad de Concepción entre los años cincuenta y sesenta también habla de una iniciativa temprana de un despertar cultural que buscó generar puentes con la población que fuera educada bajo parámetros culturales que la Universidad y las extensiones culturales de dicho plantel estaban posibilitando. En una de esas escuelas de verano llegaron Pedro de la Barra y Orlando Rodríguez a buscar talentos y nuevas formas de hacer teatro. En ese encuentro, conocieron al grupo amateur compuesto por Brisolia Herrera, Gastón von dem Bussche, Tennyson Ferrrada, Mireya Mora, entre otros, quienes fueron visitados por Nelson Villagra, Delfina Guzmán, Gustavo Meza, Luis Alarcón, formando con los años un grupo que ya manifestaba una forma distinta de hacer y mostrar teatro chileno.
En Santiago, el ITUCH bajo la dirección de Domingo Tessier y posteriormente Domingo Piga, fueron haciendo puentes con los teatros independientes como el ICTUS y con teatros aficionados donde comenzaron a presentar obras de carácter político social. En el caso del ICTUS, en el año 1963, presentaron la obra El Círculo de Tiza Caucasiano de Bertolt Brecht, con la dirección de Atahualpa del Cioppo y asistente de dirección estuvo colaborando Víctor Jara. Esta obra era la adaptación de un drama que relata una revuelta en una aldea, donde los plebeyos se revelan contra los nobles, produciéndose el momento para cambiar el orden establecido a favor de los desposeídos.
La enseñanza que deja Brecht en la obra, es sobre los momentos de compasión, cuando salvar un bebé de la nobleza impidió que el devenir histórico cambiara y la realidad volvió al orden tradicional que impedía el establecimiento de una sociedad más justa. El lenguaje estético, la puesta en escena, las actuaciones y los coros de la obra, provocó una reacción en prensa, catalogándola como mediocre, puesto que había perdido la calidad de las obras clásicas, las cuales estaban acostumbrados el público y la crítica teatral periodística de entonces que: “Aun cuando vimos realizaciones de calidad, lo mediocre golpeó con insistencia las puertas de conjuntos (ITUCH) que debieran tener ya una línea de conducta escénica menos zigzagueante”.
Lo que en realidad estaba aconteciendo, era un cambio total de parte del teatro universitario chileno que generó puentes con teatros independientes, aficionados y autodidactas, el cual se preparaba para denunciar desde el teatro, el aumento de las condiciones de pobreza y miseria que vivía un sector importante de Chile bajo una crisis política que tuvo límites para resolver los problemas del subdesarrollo.
Este cambio en el teatro se caracterizó a nuestro parecer, en primer lugar, por llevar al teatro fuera de los salones de Santiago y dar obras a poblaciones, sindicatos y regiones de Chile tal como lo establece el convenio cultural:
“… Dicho convenio tiene como aspiración que los institutos universitarios de extensión suscriban convenios con la CUT, para permitir que el teatro, la música, y el ballet puedan llegar a todos los sectores de la mayoría de la población”. (Rodriguez, O. Diario El Siglo, 29 de noviembre de 1963. P. 17).
El convenio para el caso del teatro tenía que financiar tres obras anuales que serían estrenadas en tres frentes. Uno de ellos sería en el teatro Antonio Varas como punto fijo del ITUCH y seguir fomentando el teatro universitario; en paralelo habría funciones permanentes en el sindicato Mademsa o SIM, ubicado en San Miguel al sur de Santiago, sindicato MADECO y Sindicato Laboratorio de Chile. Más adelante el convenio señala a las poblaciones Clara Estrella, Eneas Gonel y Población Blanqueado.
Las tres obras anuales escogidas por el convenio con la CUT fueron Los Invasores de Egon Wolff, El Umbral de José Chestá y La Estación de la Viuda de Eugenio Labiche. La primera obra que ha sido analizada por su carácter profético sobre las convulsiones sociales, merece especial atención si comprendemos que fue dada en sindicatos y regiones para elevar el nivel cultural de la población, como además tener una lectura consciente de lo que acontecía en aquellos años; Por otra parte el Umbral, fue una obra descubierta por Orlando Rodríguez, quien en su incansable quehacer de buscar una dramaturgia nacional, encontró en la obra de Chestá, una temática regional que levantaba la moral de los obreros de Lota en plena huelga; finalizando con La Estación de la Viuda, que en un lenguaje irónico se reía de las actitudes de una burguesía que teniendo actitudes decadentes, buscaba una viuda tener una mejor posición social.
Durante los siguientes años hasta el triunfo de la Unidad Popular, identificamos que el Teatro Comprometido se fue consolidando creando obras colectivas de calidad tales como Muerte y Fulgor de Joaquín Murieta; Ayayemá que denuncia el abandono y el exterminio de los indígenas al extremo sur de Chile; El Evangelio Según San Jaime; una crítica mordaz a los valores tradicionales y conservadores de la iglesia católica y Los Que Van Quedando en el Camino de Isidora Aguirre, dramaturga que para ese año, estaba totalmente comprometida con los cambios estructurales y que dicha obra fue un llamado a recordar las matanzas de Ranquil de 1934, para levantar la moral de los dirigentes de la INDAP en 1969 en la figura de José Campusano, quien estaba formando una nueva coordinadora de campesinos para asegurar una Reforma Agraria de calidad.
Hacia el año 1969, los artistas chilenos de la cultura, esta vez, escritores, artistas del teatro, del circo, de la radio y otros, apoyaron la candidatura de Allende en una declaración de prensa, sellaron este compromiso con el FRAP que comenzó 10 años antes tras un tímido convenio, el cual fue tomando fuerza en 1968 en el convenio DETUCH renovado, el cual creó la Escuela de Teatro Vespertino a cargo de Heine Mix, artista que transitó entre Santiago, Concepción y el Norte de Chile, con esta idea de reactivar el teatro obrero, pero además hechos por obreros, bajo la misma lógica del Teatro Comprometido. Culmina el ciclo del compromiso teatral con la aparición de un convenio entre la CUT y la Universidad Técnica del Estado en 1969. Con todo, estas acciones nos hablan de que la cultura estaba teniendo un rol protagónico en los cambios y tenía sentido educativo para los más descendidos de la población chilena.
Creemos que este esfuerzo mancomunado de ciertos sujetos comprometidos en sus cargos de extensión cultural y direcciones universitarias, tendieron esta alianza para sentar las bases de una cultura que sería la antesala de un proyecto popular que además estaba transformando las formas culturales en Chile y Latinoamérica, como base para las transformaciones estructurales que proponía la Unidad Popular y sobre el cual Salvador Allende llevó cabo con firme templanza entre medio de todas las dificultades que enfrentó y que la historia ha tratado de reivindicar.
Esperamos que esta investigación sobre una aproximación histórica del Teatro Comprometido, inspire a las nuevas generaciones del teatro chileno que andan en búsqueda de respuestas en una sociedad neoliberal en crisis y que pudieran encontrar algunas respuestas en el pasado reciente chileno, en especial, en la Historia Cultural Chilena que tiene características inéditas en nuestra región.
REFERENCIAS:
Canales, León. Crónica de teatro. En Revista el Viaje. Año 1963. Página 59.
Contreras, Henríquez, Albornoz. Historias de Teatro de la Universidad de Concepción. TUC. Trama Impresiones. 2003.
Durán, Enrique. Sobre Teatros y Exilios. Historia y testimonios. Ediciones Taller Estocolmo. 2012.
Moulián, Tomás. Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende. 1938- 1973. Ediciones LOM. 2014.
Sepúlveda, Gabriel. Víctor Jara, hombre de teatro. Editorial Sudamericana. 2003.
Daniela Wallffiguer Belmar: Profesora de Historia y Mg en Historia mención América de la Universidad de Santiago e investigadora asociada al centro de investigación de educación y cultura americana CECA. www.cecamericana.cl