La obra escrita y dirigida por Millaray Lobos es un impresionante ejercicio metateatral, donde además están involucradas las interrogantes sobre la creación artística, la búsqueda de nuevas formas escénicas y, al estar en constante duda e interrogación sobre lo que se está planteando, abre senderos sin retorno ni claridad. Intentar explorar formatos escénicos es resbaloso y filudo porque se está enfrentando a vacíos conceptuales e intelectuales que la audiencia no domina ni menos internaliza.
El maestro Stanislavski al leer la obra La Gaviota, dijo que esta era irrepresentable. La obra Primera Melancolía, está basada en el texto de Antón Chejov y transcurre en tiempos narrativos que no logran conectarse: por un lado está el presente de los personajes donde sueñan futuros posibles, rechazando la existencia que tienen. Por otro lado, los anhelos a cual aspiran, los transforma en seres fracasados rodando en picada libre.
No entender ni conocer la vocación artística que late en las entrañas adolescentes, es complejo; por eso es sorprendente la simpleza con que va entrando en el material que contiene el montaje. Y para entrar en materia nada mejor que los actores semejan el rol de espectadores; pero también encarnan ser personajes de la obra de Antón Chejov, La Gaviota.
Con ello, la directora nos está indicando que optó por el juego escénico para elaborar su propuesta; donde la multiplicidad es la principal característica a la cual recurre en este montaje, en cartelera en la sala de teatro de la Universidad Mayor.
Sobre un escenario simple y desnudo, realizado por Rocío Hernández con un marco de gravilla como senderos, que al tener las orillas áridas y pedregosas, aumenta el temor de no conseguir concretar los deseos amorosos. Rodeada de sillas que constantemente son cambiadas de posición, donde arman y desarman espacios, transcurre la narración de manera clara y fluida y, en un juego de voyeur que sucede entre personajes y público, las angustias artísticas del escritor Kostia , chocan en el frío muro de desprecio de su madre, Arkadina, que lo cree cobarde. A su lado está Nina , aspirante a actriz que constantemente sueña que es una gaviota. Junto a ellos, circulan Masha y Medvedenko; en un matrimonio rutinario y directo al fracaso.
Un tema que atraviesa toda la obra son las relaciones sin sentido y las decisiones equivocadas, donde las respuestas no llegan ni llegarán porque las personas al llevar sus existencias fracasadas, no cabe posibilidad alguna de concluir ni solucionar nada.
Y todos los caminos pedregosos con decisiones fracturadas terminan en el fondo del lago, donde flotan los anhelos, para comenzar a hundirse lentamente en el caldo de la inconsciencia en el transcurso de la pieza.
Esta es una obra que ficciona sobre otra ficción y todo con la finalidad de encontrar la vocación que se intuye a temprana edad. Es reescritura de una obra sobre otra escritura, donde el ficcionar se hace normal y cotidiano. Una fotocopia sacada de otra fotocopia, para colgar del escenario los palimpsestos emocionales que sobreviven a pesar del tiempo transcurrido y adquirir el fracaso como vía de escape y solución existencial.
Por ello, no saber cual es la vocación a temprana edad, conlleva sumergirse en la primera melancolía. Aquella sensación volátil donde flotan las emociones perdiéndose toda capacidad reflexiva y racional.
FICHA TÉCNICA
“Primera Melancolía. Obra en obra inspirada en la Gaviota de Antón Chejov”. Dirección y dramaturgia: Millaray Lobos García. Asistencia artística y producción: Ariel Hermosilla. Diseño integral: Rocío Hernández. Textos visitados de Antón Chejov y Alejandro Moreno. Elenco: Ana Burgos, Gabriel Díaz, Juan Galvez, Nicolás González, Arlen Machuca Ortiz, Francisca Medina.
Guillermo Pallacán R. Editor y Crítico.