Una verdad a medias se transforma en la peor mentira; eso es lo que plantea el montaje Cuestión de Principios dirigido por Jesús Urqueta y sirve como excusa para hablar de hechos políticos de reciente data. Está es una obra del autor argentino Roberto Cossa que habla de un padre que quiere editar sus memorias en un libro, y de su hija que es una exitosa periodista. La compañía Teatro Versión Oficial tomo esta base narrativa y la trasladó a nuestra realidad política y social de los últimos treinta años; porque este padre fué un revolucionario que quiere dejar de herencia a las nuevas generaciones los ideales que permitieron el plebiscito del año 1988, y que hizo posible la recuperación de la democracia a través de elecciones.
La versión que se aprecia en el Centro Cultural Gabriela Mistral, adolece de excesivos diálogos transformados en proclamas que se antepone y subyuga a la relación parental.
Este es un caso de tendencia actual donde se rechaza al progenitor para inventarse otro que se acomode a los principios de la existencia moderna, donde no caben idealismos trasnochados ni revoluciones que se idealizan en la juventud como pecado.
La solicitud de ayuda de un padre a su hija conlleva aparejada indirectamente la revisión del tipo de relación que se construyó: generalmente los hijos no quieren saber nada de ellos y los padres critican el nulo compromiso en temas básicos e importantes. Y este es el meollo del conflicto que moviliza la acción y actuar de los personajes: en el caso de esta historia es el padre que desea editar “su” libro de memorias tal como lo recuerda, y su hija, de la manera “como” lo vivió.
Entonces la obra se transforma en un ejercicio de maneras de recordar.
Y al optar por una u otra forma de acceder a los recuerdos acumulados en la memoria, estos se contraponen entre sí; y al contraponerse, se generan conflictos insalvables.
Los personajes estando en escena en todo momento, luchan por no dejarse influenciar por los argumentos de uno y otro; transformándose en un conflicto generacional, pero además con el agregado del trasfondo político y social que dejó huellas en ambas existencias; y que lo intuyeron con distintas realidades y complejidades.
Los cánones impulsados por ideologías que construyen las sociedades reunidas en escena, están bien representados por los actores Amalia Kassai y Alejandro Goic. El director Jesús Urqueta los seleccionó por la potencia que manifiestan como representantes estereotipados de uno y otro sector.
Y el resultado al sentarse en toda mesa de negociación, es perder. Y aquí ambos pierden lo que fueron acumulando en estas décadas. Esa gran mentira inventada por uno y otro sector, llenos de heroicos momentos que armaron en el rubik de la memoria, como forma de sobrevivir a una inhóspita realidad, se deshace con la aparición de los argumentos históricos.
Al ser la memoria frágil y facilista, ésta opta por recovecos conocidos y seguros, evitando la inseguridad que genera lo desconocido. Quiérase o no, la obra es un espejo donde padre e hija se reconocen en la fuerza con que sostienen ideales y convicciones que provee la existencia. Contrapuestas existencias.
Ante este panorama, la dirección toma un camino minimalista, para dejar el camino libre al texto y que los personajes se expresen en toda su complejidad.
Como corolario, la obra puede plantearse como una clase de actualización de la reciente política chilena de los últimos treinta años, pero discutida 90 minutos sobre un escenario.
Compañía: Teatro Versión Oficial. Obra: Cuestión de Principios. Dirección: Jesús Urqueta. Texto original: Roberto Cossa. Versión de: Alejandro Goic. Elenco: Amalia Kassai, Alejandro Goic. Diseño Escénico: Belén Abarza. Diseño Sonoro /Composición Musical: Álvaro Pacheco. Estreno y funciones en GAM. Fotografías, gentileza GAM.
Guillermo Pallacán R. Editor.