Para llegar más rápido a las ciudades, hay que destruir la naturaleza. (*)
Si el refrán dice que los árboles no dejan ver el bosque, es el resultado de un oximorón donde lo particular no deja ver lo general, aplicado al caso de la obra NINA, de la compañía Teatro Volver, sucede todo lo contrario al introducir en el montaje las catástrofes medioambientales que han sacudido el territorio nacional en estos años, en desmedro de las singulares historias humanas que han padecido estas catástrofes.
La historia nos instala en una noche de eclipse lunar, dos grupos humanos se introducen en lo que fue un territorio sagrado en el sur del país; hoy convertido en monocultivo de eucaliptus sedientos de agua con focos de incendios activos a kilómetros. Estos árboles serán testigos sésiles de la búsqueda de ANTÜ. Un niño scout perdido en medio de la inmensidad de la naturaleza. A su vez, el monocultivo será cómplice y víctima de la extrema acción humana: cuatro seres humanos coinciden en un mismo punto estratégico para arrasar y acabar con todo, incluyéndolos. El fuego, la naturaleza y la pérdida del niño se transforman en símbolos.
Un niño boys scout uniformado y pre-militarizado está perdido al inicio de la historia y ésta es la anécdota que determina un tipo de desarrollo a la misma, generando un recurso emocional manido al trasladar la narración por terrenos pantanosos, cubriendo algunas secuencias narrativas con esa intromisión.
Esta es una obra dicotómica que se sube en un periodo tardío a la moda de defender los derechos e intereses de los pueblos originarios, fusionado con slogans medioambientales supuestamente a favor pero que se transforma en un boomerang que golpea directo al mentón creativo de la obra, haciendo morder el mismo polvo erosionado que se combate. Ello ocurre por la obligación que se impuso la autora Antonia Mendia al incluir si o si el tema ecoterrorista, tan de moda en estos tiempos, como forma de situar la píeza a la par de los acontecimientos mundiales que padece el planeta, en donde existen toda clase de ongs cuya misión es la defensa furiosa del medioambiente.
Se ha comprobado que es difícil extraer arte poético de asuntos políticos o sociales. (Casos hay varios comenzando con Pablo Neruda y sus poemas dedicados a los líderes de la izquierda; o a Pablo de Rocka peleando a través de panegíricos dedicados a uno que otro enemigo. En tiempos actuales tenemos aquellos poemas de Raúl Zurita dedicado al presidente Lagos.) Se requiere estar en posesión de un talento creativo excepcional para transformar aquel fenómeno en un corpus artístico. Si aquello se unen a varios temas forzados que están incluidos, es complejo resaltar el periplo de los personajes en ese maremágnun escénico.
FICHA ARTÍSTICA
Obra: NINA. Dirección y dramaturgia: Antonia Mendia Oliver. Poema Nostalgia de la tierra de Jorge Teillier y extracto de poema Carretera de María Teresa Panchillo
Elenco: Paloma Toral, Benjamín Bravo, Tuti Elissegaray, Khaled Darwin, Roberto Núñez y Roberto Maldonado. Vestuario: Zorra Vargas. Iluminación: Julio Escobar. Espacio escénico: Natacha Cabello. Música: Rodrigo Belmar. Jefe técnico: Raúl Donoso. Imágenes audiovisuales: Inti Briones. Asistencia de dirección y dramaturgia: Roberto Núñez
Asistente de vestuario: Trinidad Barros. Producción: Raymi Demetrio
Proyecto financiado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes a través de su Programa Otras Instituciones Colaboradoras. (*) “Carretera”. Poema. María Teresa Panchillo.