Cada fin de año el imaginario escénico chileno se reencuentra con su propio reflejo en la tradición. Cascanueces es un rito, una costumbre heredada del ballet clásico que en su forma más pura evoca la infancia, la fantasía y la disciplina que sostiene la belleza. Sin embargo, la propuesta del Ballet de Arte Moderno (BAM) parece más interesada en explorar ese delicado borde entre la herencia y la transformación: cómo una obra tan reconocible puede seguir respirando en el presente.
Bajo la dirección de Luis Duque (Director Corporación del BAM. Licenciado, Intérprete de Danza) y la reposición coreográfica de Alexandra De León (bailarina y maestra de ballet clásico) La Suite de Cascanueces se presenta como un homenaje al virtuosismo técnico, pero también como una búsqueda de humanidad en la precisión. En escena, donde se presentó con una pequeña temporada en el Teatro Mori Recoleta, los bailarines del BAM construyen un universo que se sostiene entre la nostalgia y el oficio, mostrando un elenco comprometido, de diversas generaciones, que mantiene viva la tradición del ballet académico en Chile.
El trabajo coreográfico conserva la estructura clásica de la suite, pero deja espacio para que cada intérprete respire dentro del molde. Hay algo profundamente humano en esa tensión: cuerpos que se saben parte de una forma y tradición heredada, centenaria, pero que se permiten vibrar con el nervio del presente.
Quiero destacar el nivel técnico del elenco en su conjunto, sólido y bien entrenado, lo que permite que la obra mantenga un estándar profesional y consistente en cada acto. La joven intérprete de Clara ofrece una lectura fresca, sensible y serena; su energía se percibe contenida y clara, transmitiendo con naturalidad la inocencia y el asombro del personaje. El Cascanueces, por su parte, demuestra un control preciso y una ejecución destacable en saltos y piruetas, evidenciando un muy buen nivel técnico y una presencia escénica firme. Mención especial merece la intérprete que asumió la variación española, quien, a pesar de que en la versión original se trata de un pas de deux, se desplegó en solitario con virtuosismo, fuerza y elegancia. Su presencia escénica encarnó con precisión la energía vibrante y el temperamento apasionado que caracterizan este fragmento del Cascanueces, recordando el espíritu del ballet clásico en su dimensión más teatral y festiva. También se destaca el bailarín que interpretó la variación oriental, cuyas elevaciones amplias y controladas, junto con la nitidez de sus baterías, revelaron una técnica depurada y una comprensión musical admirable. Su ejecución, impecable en ritmo y energía, evidenció la disciplina y coherencia artística que atraviesa todo el elenco.
Si bien el montaje alcanzó un nivel técnico notable, hubo ciertos aspectos que evidenciaron los desafíos inherentes a presentar un ballet clásico en un espacio de escala más íntima. Algunos desajustes lumínicos y leves tropiezos escénicos recordaron que el escenario del Teatro Mori Recoleta impone sus propias condiciones a un lenguaje tan exigente como el ballet. Lejos de restarle valor, estos momentos aportaron una sensación de inmediatez y humanidad, revelando el pulso vivo de la función y su diálogo con el presente.
La música – fragmentos de la célebre partitura de Chaikovski – acompañó con limpieza y precisión. Sin embargo, en el 1er Acto, en ciertos pasajes la voz del narrador (voz en off) perdió claridad frente a la orquestación, dificultando por momentos la comprensión narrativa. Aun así, el espíritu festivo y onírico de la Suite se mantuvo intacto, sostenido por la energía del elenco y por una dirección general que privilegió la cercanía y la expresividad por sobre la grandilocuencia.
En cuanto al diseño escénico, la propuesta apostó por la síntesis y la funcionalidad: un telón de fondo pintado con motivos navideños evocaba la calidez de un hogar o palacio; en el centro, un árbol de tela ascendía mediante un sistema de poleas, transformando el espacio en dos momentos clave del relato. Las proyecciones de nieve y los destellos láser en las escenas mágicas aportaron textura y dinamismo visual, dialogando con la partitura y reforzando el carácter fantástico de la obra.
En el contexto actual, donde la danza clásica suele ser percibida como un arte distante o anacrónico, la Suite de Cascanueces del BAM se erige como un recordatorio del oficio persistente: la disciplina, la entrega y la pasión que sostienen la práctica escénica. La compañía reafirma así su lugar en la escena nacional como un puente entre tradición y sensibilidad contemporánea. En su manera de hacer (entre el rigor y la ternura) se insinúa una declaración sutil: la belleza no reside en la perfección, sino en el esfuerzo compartido por alcanzarla.
FICHA ARTÍSTICA: Compañía: Corporación Ballet de Arte Moderno (BAM) | Director artístico: Luis Duque | Maestra repositora: Alexandra De León | Maestro de baile y bailarín: Diego Domínguez | Diseño escénico: Diego Urzúa | Elenco: Alonso Villanueva, Antonella Marconi, Belén Rivera, Diego Domínguez, Francisca Guajardo, Franco Flores, Jeason Taylor, Jordan Catalán, Jorge Rojas, Josefa González, María José Molina, María Rüth Tobella, Nerea Becerra, Renata Silva, Ricardo Arismendi, Sebastián Guzmán y Sofía Shaw.
La Suite de Cascanueces Ballet de Arte Moderno (BAM) Teatro Mori Recoleta, 31 de octubre y 1 de noviembre de 2025 / 20:00hrs.

RODRIGO JORQUERA MÀRQUEZ: Licenciado en Artes, mención Danza. Universidad de Chile