“La cultura es la única herramienta para construir libertad”
Antonio Quintana, fotógrafo del realismo social chileno (1904-1972)
¿DÓNDE ESTÁ?. La ruptura del espejismo del oasis neoliberal chileno, ha develado las condiciones estructurales paupérrimas sobre las cuáles se levantó la falacia, la ilusión del desarrollo y el progreso.
En ese marco, la Cultura y las Artes no ha estado exenta de este mecanismo deshumanizante producto de un subdesarrollo que aspira a ser primer mundo. En la actualidad, los escasos fondos que se disponen desde el Estado para el sector, están secuestrados por gestores y operadores que no fueron ni protagonistas ni testigos de un pasado histórico que le dio identidad a los diferentes procesos o luchas sociales, que se han dado a lo largo de nuestra historia.
Enunciamos con la convicción plena que en la actualidad se hace necesario denunciar que los que dirigen el Arte y la Cultura en Chile, simplemente constituyen una casta funcional a sus intereses particulares y funcional a lo que cada institución entiende por cultura.
En términos generales, lo cultural en Chile le ha dado la espalda a Latinoamérica en su conjunto. Como si nuestro país fuera ajeno a la realidad de un continente en llamas, decidió alinearse con la irrupción descarnada y globalista de modelos eurocentristas de las industrias culturales, quienes despojaron a los sectores populares que tuvieron en sus manos, su máxima expresión en un gran movimiento socio político cultural que sustentó las bases de un gobierno popular en 1970 .
El caso puntual chileno fue abruptamente interrumpido violentamente por el golpe de Estado de 1973. De ahí en adelante comenzó la tragedia para una mayoría democrática, la cual vivió un oscurantismo desde el 12 de septiembre de 1973, atravesando la resistencia de los años ochenta e intentando rematar las ideas hasta la década de los años noventa.
El panorama anunciado es sólo comparable a la situación actual por la que atravesamos, donde debemos comenzar nuevamente a “escribir una épica cultural emergida desde el pueblo”. Situación que fue rápidamente domesticada y secuestrada por el partidismo político concertacionista y la centro izquierda. Éstos últimos deben ser señalados, pues son quienes se encargan de administrar el “modelo” del cual hoy la centro derecha hace nata.
Desde esta dinámica estructuralista ideologizada, es fácil detectar que los mecanismos de concursabilidad, en el caso del financiamiento para proyectos culturales, han sido ejes de competencia y precarización, donde ha prevalecido el nepotismo y el clientelismo político. Fue y es así, que el otrora CNCA, actual Ministerio de las Culturas y las Artes, se convirtió con el tiempo en una sucursal de favores políticos utilizados por las distintas administraciones sucedidas desde la post dictadura. Como ejemplo cabe mencionar la situación de las Bodegas Teatrales de Matucana 100, en el año 2001; que durante la administración de Ricardo Lagos Escobar y la manera en que éstas fueron arrebatadas del comodato a Andrés Pérez Araya, por la otrora primera dama Luisa Durán de Lagos junto a Ernesto Ottone Fernández; padre del posterior ministro de la cartera cultural, que casualmente tenía el mismo nombre: Ernesto Ottone Ramírez en el segundo mandato de Michelle Bachelet. Paralelamente a este panorama, las acciones autonómicas son cada vez más escasas y no han sido cuantificadas por este dominio oficialista que relega a los márgenes de la subsistencia, a un amplio sector de trabajadores y trabajadoras profesionales, tales como técnicos de los distintos rubros que intervienen en los procesos creativos culturales.
Además denunciamos que este modelo entrega como “alternativa” a la población, cultura basura televisiva o acceso al negocio de las plataformas pagadas para acceder a “otra cultura”. Lo que ha generado un embrutecimiento generalizado, resultando como consecuencia directa la precariedad en la que hoy nos encontramos trabajadores y trabajadoras de la cultura y las artes.
A modo de síntesis, sumamos al estado de precariedad, la figura de la herencia cultural que la post dictadura reforzó. Es decir, arrastramos un imbunche cultural híbrido sin identidad aparente y que tiene sometida a la población en un oscurantismo intelectual sin precedentes, puesto que la gestión cultural de los últimos 50 años, tiene secuestrada la administración de los fondos públicos fiscales. Mientras el partidismo político y allegados de turno profitan del pasado histórico cultural del pueblo, que no lo administra ni el pueblo ni sus protagonistas y testigos de los que realmente hacen cultura en nuestro país.
En Chile está demostrado históricamente que han sido y son los sectores populares quienes sacaron la cara por una identidad que tratan de arrasar y demoler constantemente, instalando una forma escuálida de no identidad; siendo el producto de la corrupción desde las coaliciones neoliberales que no hacen cultura, sólo la gestionan. Ejemplo de ello, la mal llamada Ministra de las Culturas y las Artes, Consuelo Valdés Chadwick y sus secuaces, ejercen con un evidente nepotismo en los cargos públicos bajo el manto del obsceno pájaro en la larga noche chilena sin ningún tipo de pudor.
Como trabajador profesional de la cultura, denunció cómo la falta de atención a la emergencia cultural por la que atraviesa el sector, habla de displicencia y falta de talento que atenta contra todo principio elemental del derecho al trabajo digno , seguridad social y, a una remuneración estable. Derecho que está consagrado en la Constitución Política en el Capítulo 3, Artículo 16.
En conclusión, el abandono al cual se ha visto expuesto el sector, es un atentado contra la creatividad y la libertad de desarrollo integral extendiendo la crisis sanitaria a un crisis económica, que después de un año y medio, no se ha visualizado ninguna política paliativa efectiva por parte del Ministerio de las Culturas y las Artes.
Ante el dramático panorama cabe preguntarse: ¿Cuál es el rol que está cumpliendo la funcionaria pública Consuelo Valdés Chadwick, que representa dicha repartición del estado y que no ha dejado de percibir sus remuneraciones mensuales, canceladas con dineros fiscales?
En el caso de la funcionaria pública Consuelo Valdés Chadwick, por ejercer el rol ministerial, percibe la suma de: $ 9.121.809 pesos brutos, de acuerdo a los rangos salariales de los Ministros de Estado. Mientras, en la otra vereda, cientos de trabajadores y trabajadoras de las Artes y la Cultura, nos encontramos en total indefensión y precariedad.
Resulta insultante experimentar, saber y comprender, cómo los multimillonarios locales, incluida la familia Piñera – Morel, se enriquecieron y acrecentaron sus fortunas en un 70% durante el período 2020, según el último informe de la revista Forbes; en contraparte con el último informe del Banco Central.
Finalizamos diciendo que, encontrándonos al nivel de la sobrevivencia en miles de hogares chilenos, resulta grotesco y ofensivo el dato anterior que arrojó que 2,3 millones de personas en el país, entraron a formar parte de la categoría de pobreza.
Si bien es cierto que esta situación afecta a la población en su conjunto, el sector de la cultura y las artes ha sido totalmente invisibilizado teniendo un rango de cesantía que bordea el noventa por ciento, a lo que se suma el nulo acceso a los planes “de mitigación de la crisis”, léase bonos u otros, propuestos por esta administración.
El panorama expuesto hasta ahora, es gravísimo. Pues detrás de cada trabajador y trabajadora, hay una familia que se ha visto afectada por este abandono total en el que ha quedado el sector. No es posible que una persona como Consuelo Valdés Chadwick, funcionaria pública, continúe a cargo de un ministerio que se dice de las Culturas y las Artes, cuando en este año y medio no ha hecho absolutamente nada para ir en ayuda de los artistas precarizados doblemente bajo esta crisis. Por tanto, en razón de la ausencia absoluta de “La Ministra”, pregunto: ¿DÓNDE ESTÁ?
Un pueblo sin cultura es un pueblo esclavizado y sin identidad, sin embargo no podemos quedarnos solo en juicios y críticas, muy por el contrario, como nos propone el poeta Raúl Zurita:
“Estamos volviendo, estamos reconstruyéndonos…cruzamos la noche juntos, no fue la dictadura lo que nos atomizó, sino el neoliberalismo que nos hizo perder el sentido de los principios y valores comunitarios, lo único que no se debería haber perdido es el compañerismo, la solidaridad y fue lo primero que se perdió, estamos recomponiéndonos, el fascismo está presente y el periodo que se viene es muy duro, lo sabemos, tendremos que pasar esta vez la noche más que unidos, esta vez, tendremos que pasar esta noche del fascismo abrazados, el fascismo halaga al pueblo para concretar sus intereses, el fascismo no acepta otra ideología, otras formas, como artistas, poetas debemos replantearnos es desgarrador y al mismo tiempo es un llamado a la lucha, a la solidaridad”
Se quedó corta la carta…pero adscribo como de acuerdo.