¿Desde dónde plantear una reflexión de una experiencia construida en doce días a partir de un colectivo heterogéneo reunido en un contexto puntual, la residencia del Teatro del Silencio y los talleres comunitarios teatrales realizados en la comuna de Renca entre el 17 de noviembre y el 02 de diciembre del año 2018?.
¿Hablar desde dónde, desde el intérprete que fue parte de esa vivencia, desde la visión analítica crítica, desde la calle ?, ¿Hablar desde los éxodos contemporáneos?
Qué duda cabe que el teatro, como acto humano, es un constante retorno a las fuentes, un permanente reencuentro generacional, un trasvase, un traspaso de vivencias, que en este caso estuvo bajo el “bastón de Molière” de Mauricio Celedòn y Claire Joinet fundadores del Teatro del Silencio.
En doce días de intenso trabajo, físico y emocional, aparecieron las preguntas de siempre planteadas por los antiguos, las antiguas:
¿Por qué y para qué se hace lo que se hace? ¿Qué se quiere decir desde el hacer?, ¿Hasta qué punto se está dispuesto a entregar todo por aquello en lo que se cree y afirma?, ¿Hasta que punto me rebelo, revelo, a mí mismo en el hacer? ¿Qué es lo que se deja atrás para dar espacio a un nuevo florecimiento?
Para subvertir el cotidiano es necesario subvertir el alma, consecuentemente comprometerse en una creación, en una actividad conjunta, esto constituye una apuesta vital en el plano de la exposición de ideas en forma libre a tal punto que si hay que defender ese espacio hay que hacerlo con radicalidad, hablar de lo que no se habla en otra parte, disponer de nuestros humanos recursos en un terreno baldío donde todo es posible de ser reinventado. Sin embargo nuestra acción no es para juzgar o emitir juicios, sino para revelarnos a nosotros mismos, otorgándonos la posibilidad de convertirlos en eslabones de conexión encontrando los obstáculos que bloquean la comunicación, superarlos, el resto es incertidumbre.
Solamente mediante una renovación continuada de la actitud personal hacia la vida, y por consiguiente hacia el teatro, se puede plasmar mediante una dirección objetiva, metodológica y consecuente, nuevos enfoques del quehacer artístico independiente de la maquinaria cultural que norma y rige en el presente. Convertirse en agentes de transformación es el llamado a la rebelión desde el teatro donde el “yo”, el alma, el cuerpo se conjuguen para ser mejores personas, para ser colectivo, para SER HUMANOS.
La re-evolución está dada en cómo se encara y perfecciona el oficio desarrollando las posibilidades de cambiar y reinventar una porción de la realidad, aunque sea en una mínima parte, convirtiéndose así en pequeñas aves surcando la inmensidad de los Andes; o como fue ese instante único e irrepetible … un aquelarre ancestral a los pies del cerro de Renca para gritar por la voz de los que no tienen voz…
Gracias Teatro del Silencio, gracias al Departamento de Cultura de la Ilustre Municipalidad de Renca, gracias Claire Joinet, gracias Mauricio Celedón.
¡GRACIAS TEATRO!
Fotografías, gentileza de Rodrigo Segovia Durán.
por: Esteban González Pastenes