Desde enero del año 2023, como Consejo Vecinal del Teatro Comunitario Novedades, comenzamos a evaluar el trabajo que veníamos realizando desde la conmemoración del segundo año de la revuelta, en octubre de 2021. Este hito que nos vio nacer como experiencia colectiva territorial, horizontal, y con miras a construir y re-apropiarnos comunitariamente de un espacio que hasta ese momento estaba abandonado por la institucionalidad, nos impulsó a darle continuidad a las luchas que emergieron el 18-O de 2019, fortalecido con las redes, el tejido social y un espíritu de lucha con quienes nos fuimos encontrando en distintas experiencias colectivas desde la revuelta.
En esa autoevaluación, autorreflexión y autocrítica, vimos que habíamos hecho un trabajo de programación como espacio artístico, realizando convocatorias para el uso del espacio, concursos, constituyendo un jurado en el que participaba gente del Consejo, y también de otras instancias institucionales y vecinales, entre otras actividades. Sin embargo, nos fuimos dando cuenta que esta manera de programar era muy similar a la forma estandarizada de programación de los espacios artísticos. Es decir, habíamos realizado un concurso/convocatoria y una postulación, lo que significa que quienes querían usar el espacio debían presentar un dossier con su trayectoria, que sea racionalizado y comercializable, incluyendo todos tus “éxitos”; habíamos constituido un grupo de expertas/os (comisión curatorial), un grupo que se supone “saben más” que quienes realizan y practican cotidianamente el taller, la obra, el evento, la tocata o lo que sea que se quiera presentar; expertas/os que realizaban una selección, lo que quiere decir una exclusión de todas las personas o agrupaciones que no pudieron lograr ciertos criterios de calidad o que, aún lográndolos, tuvieran menos “puntaje” que sus competidores.
Todo esto hizo que, a pesar de todos nuestros cuestionamientos al modo precarizado, individualista y competitivo del mundo de la cultura, las artes, los oficios y lo patrimonial, continuáramos incentivando la competencia, porque las y los postulantes tenían que justificar por qué su propia propuesta es mejor, desde un punto de vista artístico, comercial, u otro, que la propuesta de un/a colega, ya que sólo algunos trabajos quedarán en función de una serie de requisitos más o menos explicados.
Todos estos términos (concurso, postulación, comisión curatorial, competencia, selección y exclusión), además de su innecesaria pomposidad, nos comenzaron a parecer ruidosos, complicados, y negativos. Nos fuimos dando cuenta que no hacíamos sino reproducir las lógicas capitalistas, individualistas, competitivas y excluyentes que tienen al mundo del arte, la cultura y el patrimonio, en un estado de precariedad sistémica.
Por eso, junto con cuestionarnos esas dinámicas, comenzamos a pensar en modos alternativos de programar, de generar actividades, y de darle vida a los espacios culturales, sociales, políticos y artísticos como el Teatro Comunitario Novedades.
Porque nuestro objetivo era, es y sigue siendo apropiarnos colectivamente (no individualmente) de un espacio que había estado abandonado. Y reapropiarse significa para nosotras y nosotros compromiso, cooperación, colaboración, no selección, ni dejar fuera del espacio a personas o agrupaciones por motivos de una supuesta “mayor calidad”.
Enfrentamos mucha resistencia, tanto desde fuera, pero también desde dentro, porque había quienes no entendían este giro, ni estas ideas que comenzaron a emerger y pulular y cuestionar y tomar fuerza en nuestras conversaciones. Los debates fueron álgidos y tensionados. No lo podemos negar, porque reconocemos que, en los espacios y experiencias colectivas, se enfrentan visiones de mundo distintas y, si bien algunas de ellas pueden convivir, otras son más como el agua y el aceite.
Y luego de casi cinco meses de discusiones, de tensiones, pero también de acuerdos, en junio de 2023 nos lanzamos al vacío y realizamos nuestra primera programación colectiva en el Teatro Comunitario Novedades. Entre las varias subversiones de la lógica capitalista de programar espacios culturales, quizás la más significativa fue que hicimos una invitación, o como nos gusta decirle, un “llamado abierto a programar colectivamente en el Teatro”. Este llamado consistió en que cualquier persona o agrupación podía asistir al Teatro el día indicado para poner su post it en unos papelógrafos donde teníamos divididos los espacios, meses y jornadas de uso de este. Las únicas consignas eran el diálogo, la flexibilidad, y el respeto ante cualquier posible superposición de intereses, actividades u otro.
Y el experimentó resultó en una fiesta mucho más intensa y bonita de lo que habíamos esperado. Más de 120 personas o agrupaciones asistieron y se inscribieron en los papelógrafos, dando pie a alrededor de 300 actividades programadas entre ferias, tocatas, ensayos, talleres, festivales, conversatorios, presentación de obras escénicas, muestras, exposiciones, proyecciones, y muchas otras actividades para una diversidad enorme de participantes.
Luego de esta intensa jornada, algo que nos sorprendió mucho y positivamente fue la actitud colaborativa, la apertura al diálogo y la sinergia que se dio entre quienes participamos. Si había alguien que quería ocupar el espacio al mismo tiempo que otra, conversaban, y espontáneamente llegaban a acuerdos: colaboraban, cooperaban. También se tejieron redes, pues había quienes querían armar un festival, pero les faltaban bandas, y ahí mismo se generaron esos impulsos y acuerdos.
Esto nos mostró que la apuesta por una programación abierta, colectiva, participativa, horizontal, transparente y dialogante, que muchas personas nos dijeron que no iba a resultar, resultó mejor de lo esperado. Nuestra apuesta por facilitar un espacio abierto a la comunidad (vecinal, cultural, política, artística, patrimonial), donde podamos encontrarnos en un espacio dialogante, se había propagado, aunque no sin dificultades.
Nuestra apuesta hoy va un poco más allá, porque lo que queremos es producir un espacio vecinal, cultural, político, artístico y patrimonial cuyo valor real es el valor de uso que le damos colectivamente. No es un valor de cambio mercantil que considera el espacio como un servicio, a quienes programan como clientes, y a quienes asisten a los eventos como audiencias. Es una producción del espacio que apunta al derecho colectivo de apropiarse de espacios antes considerados ajenos. El derecho colectivo al territorio, a la política, al patrimonio, a la cultura, a los oficios, a las artes.
Ha sido un trabajo continuo, con poco descanso y varias trabas de variadas índoles. Pero estamos con mucha energía para seguir avanzando. Es por eso que hoy realizamos el segundo “llamado abierto a programar colectivamente en el Teatro”, en enero del 2024. Con la misma energía, las mismas intenciones y orientaciones, esperamos que sea igual de masivo que el anterior. Aquí estamos trabajando para perfilar mejor que la primera vez, por ejemplo, los espacios disponibles, las formas de participar, así como también los compromisos colectivos y las expectativas para quienes participen de este proceso de reapropiación. Porque si hay algo que queremos imprimir en esta experiencia y este experimento, es que estamos trabajando colectivamente para apropiarnos, para activar y para contribuir en el desarrollo colectivo de un espacio, el Teatro Comunitario Novedades, que esperamos se transforme en un centro relevante de la actividad cultural, política y artística del barrio, de la comuna, de la ciudad y más allá.
Con este experimento de programación colectiva, estamos dando un giro al modo tradicional individualista, competitivo, monetarizado, capitalista y excluyente de programar en distintos espacios culturales. Nos han intentado bajar, nos han criticado, nos han cuestionado, y nos han ninguneado. Pero seguimos porfiadamente, porque estamos convencidas y convencidos de que estas pequeñas transfiguraciones, incluso micro-emancipaciones, pueden propagarse y reunir voluntades contra-hegemónicas, y todas ellas juntas pueden eventualmente subvertir el orden dominante.
Nicolás Orellana Águila.
Participante del Consejo Vecinal del Teatro Comunitario Novedades.