Hay que tener claro, desde un inicio, que cada vez que publicamos un juicio valorativo, vamos a coincidir o, estar totalmente en desacuerdo en nuestra interpretación de la realidad con el criterio publicado de otros, porque como espectadores, nuestra mirada estará “contaminada” por el contexto interno y externo desde donde me formaré una opinión de lo observado; por lo tanto si corren por veredas opuestas, ambas ¡están en lo correcto!
Lo anterior, es por la cantidad de opiniones adversas que he leído sobre la experiencia inmersiva “Monet by the water”, que se está presentando en el Parque Bicentenario de Vitacura, hasta el 21 de mayo. Algunas hablan de falta de profundidad artística, del exceso de “ruido”, problemas técnicos, incluso había una opinión que hablaba de las “imágenes pixeladas”, y probablemente, desde la experiencia, la sensibilidad artística, sonora y visual, conocimiento o desconocimiento de la obra del artista, ¡todas tengan razón! ¿Cómo fue para mí? Se lo cuento.
Es fácil reconocer la obra de este pintor francés Claude Monet, uno de los creadores del impresionismo. El término impresionismo deriva del título de su obra Impresión, sol naciente. Sus primeras obras, hasta la mitad de la década de 1860, son de estilo realista. En esta experiencia, “Monet by the water”, uno se sumerge en más de 200 obras animadas en 2D y 3D que me dejaron con una sensación de haber sido, literalmente, “pintado” por el artista. Recorrí la ribera del Sena; me paseé por las viejas estaciones de trenes; recibí el rocío del mar atlántico, y todo en un ambiente urbano, lleno de familias, niñas y niños que recorrían el sector con una naturalidad abismal que sólo los que se conectan con el espíritu logran.
Hay que decir que, en todo el proceso de creación de la exposición participaron: productores, artistas visuales, animadores, editores, ingenieros, arquitectos, curadores, docentes, actores, músicos y técnicos en varios frentes. Un sistema de proyección en 360 grados, acompañados con una narración clara y suficiente, más la música de época hacen que el momento, la hora que estuve “inmerso”, fuese un momento mágico.
Muchas emociones, sentimientos casi olvidados por la pintura revivieron esa tarde. De pequeño, me subía en una escalera, en mi cabeza una boina, una paleta de colores y un pincel, y soñaba con ser pintor. Monet, era uno de mis favoritos. Miraba sus obras y sentía la complicidad entre su mano y mi cerebro que es capaz de admirar toda esa belleza a través de las “impresiones”. Para mí, para este espectador, la experiencia fue maravillosa. Se agradece.