La obra Fueguinas, creación dirigida por Natalia García-Huidobro, con dramaturgia de Isidora Stevenson y coreodramaturgia de Pablo Zamorano, se configura como una obra interdisciplinar que entrelaza danza contemporánea, rito escénico, archivo corporal y memoria cultural. La pieza convoca, desde su materialidad estética y su arquitectura simbólica, territorios australes y voces femeninas indígenas, proponiendo un tránsito sensible más que una representación, una invitación a habitar un espacio que oscila entre lo histórico, lo espiritual y lo onírico.
El ingreso del público revela un espacio escénico frontal, levemente brumoso y en suspensión, donde la sensación predominante es la de un umbral, un portal de tránsito entre tiempos y memorias. El telón frontal, descendido hasta aproximadamente un cuarto de su altura, cumple una doble función: por un lado, enmarca el escenario otorgándole una visualidad panorámica cercana al lenguaje cinematográfico; por otro, opera como superficie de inscripción visual. Sobre él se proyectan textos, preguntas y declaraciones poéticas vinculadas a cosmovisiones australes, lo femenino, el territorio y la memoria cultural, operando como cartografía conceptual, una dramaturgia visual que acompaña a la presencialidad del cuerpo.
Hacia el fondo, una gran tela blanca delimita un segundo plano y permite retroiluminación, generando doble fondo un espacio “otro”: simultáneo, difuso y liminal. Allí emergen siluetas de intérpretes, conformando capas temporales y perceptuales que conviven sin traducción literal. El diseño lumínico de Cristián Reyes articula atmósfera y temporalidad: penumbras frías y azules, amanecer ámbar ritual y una luz cenital intensa que sitúa un momento de trance y transformación, como el pasaje donde dos intérpretes giran compartiendo una máscara animal _caballo_ evocando territorio, animalidad y rito de pasajes.
La coreografía compuesta por Natalia García Huidobro se desarrolla mediante trayectorias ritualizadas, derivas, pausas, caminatas, lentitudes y zapateos telúricos que expanden el tiempo escénico. La interpretación no se orienta a la exhibición técnica, sino a la construcción de estados y resonancias corporales. En este punto, la presencia de Elisa Avendaño Curaqueo _cantora, investigadora, portadora de saber ancestral y Premio Nacional de Música_ instala un eje de archivo vivo, donde la memoria no se cita, sino que se encarna. Su voz, su canto, el kultrún, el trompe y la vibración vocal constituyen un sustrato espiritual que expande el sentido de la escena hacia lo testimonial y lo ceremonial.
El diseño sonoro de Gonzalo Rodríguez y Francisco Infante juega un rol determinante en la atmósfera de la obra, aportando profundidad emocional y ampliando la percepción sensorial de cada cuadro escénico. La sonoridad no solo acompaña la acción, sino que la expande, modulando tensiones, marcando transiciones y generando capas que sugieren espacialidad, misterio y emotividad. Su presencia funciona como un tejido invisible que conecta los cuerpos, el relato y la temporalidad, potenciando la inmersión y reforzando el tono poético-ritual de la puesta en escena. El vestuario, diseñado por Daniel Bagnara, se despliega en capas y progresivas transformaciones materiales y simbólicas: desde un abrigo ceremonial azul, de textura firme y caída solemne, hasta velos y superficies negras traslúcidas vinculadas a duelo, espectralidad y memoria histórica. También emergen faldones, ponchos y ropajes asimétricos que sugieren una transición desde lo ritual hacia lo íntimo, evocando la vastedad, crudeza y misterio de los territorios australes.
Las intérpretes Marcela Millie, Noelia Coñuenao, Gabriela Arancibia, Natalia García-Huidobro y Ely Ocaña configuran un cuerpo colectivo que habilita múltiples temporalidades interpretativas, desplegando recursos corporales, texto, voz, onomatopeyas, gritos como material performativo; la obra se articula desde una dramaturgia de presencia del cuerpo, desde el relato y hacia el final de la obra explicativo.
El cierre con sólo dos intérpretes en la escena – final – no opera como clausura dramática, sino como continuidad simbólica, enfatizando que la memoria es proceso, no conclusión. Fueguinas no busca representar el pasado, sino activar pregunta y resonancia; instala una experiencia estética, política y poética, donde el cuerpo se vuelve territorio, y el territorio, memoria viva.
FICHA ARTÍSTICA: Dirección, idea original: Natalia García-Huidobro | Coreodramaturgia: Pablo Zamorano | Dramaturgia: Isidora Stevenson | Intérpretes Marcela Millie, Noelia Coñuenao, Gabriela Arancibia, Natalia García-Huidobro, Ely Ocaña, Elisa Avendaño Curaqueo (Premio Nacional de Música de Chile) | Escenografía e iluminación: Cristián Reyes | Diseño sonoro: Gonzalo Rodríguez, Francisco Infante | Música: Elisa Avendaño Curaqueo, Marcela Millie, Gonzalo Rodríguez | Diseño y realización de vestuario: Daniel Bagnara | Producción general: Francisco Bagnara | Fotografía, diseño de imagen y afiche: Eduardo Ceron | Prensa y difusión: Claudia Palominos | Investigación sobre cosmovisiones indígenas de Chile y Latinoamérica: Elisa Avendaño Curaqueo | Investigación sobre cosmovisión y memoria indígena mapuche: Elisa Avendaño Curaqueo. Fueguinas es un proyecto de creación en danza, financiado por el Fondo de las Artes Escénicas 2025.
por: RODRIGO JORQUERA MÁRQUEZ. Licenciado en Artes, mención Danza. Universidad de Chile.