La obra INFIERNO, escrita y dirigida por José Luis Cáceres (La furia de los Amontonados, Cronología del Olvido) tiene conexión con la obra Los Invasores, del autor Egon Wolff. La obra de Wolff escenifica el miedo y el terror que sufre una pareja simulando un matrimonio y familia tradicional, ante unas personas foráneas que quieren ingresar a su casa. Miedo y terror ante lo desconocido es un gran movilizador en la vida y en el arte. El dramaturgo inglés Harold Pinter en su obra La Habitación, anticipa la amenaza que ha significado la migración humana y su intromisión en la intimidad de las parejas.
INFIERNO nos cuenta la penosa situación social y económica de un matrimonio de jubilados que, negándose a asumir su realidad actual, vive de apariencias, recuerdos y fantasías pasadas. Relegados a permanecer en la terraza de su departamento, pues el interior se lo arriendan a un haitiano. Ven pasar la existencia y se alimentan de cocteles de inauguración, coffee breaks y lanzamientos de libros como extensión de reconocimiento en la sociedad.
¿Qué se acumula al llegar a la vejez, además de un sinnúmero de enfermedades? Los recuerdos de las vivencias pasadas. ¿Y qué hacer con esos recuerdos? La memoria es una interpretación ficticia de nuestros recuerdos y no tiene nada que ver con la realidad. Contarselos a una oreja atenta y dicho público preparado a escuchar y ser escuchado se reúne voluntariamente en las inauguraciones artísticas o culturales. Es un público ávido de reconocimiento a su erudición intelectual, siendo que muchas veces es ignorado por ese mismo saber.
Es de suyo propio que el teatro lleve a escena enfermedades que debilitan la salud de las polis. Títulos de las obras que han tratado el tema se suceden una tras otra. Uno de esos males es alimentar la Esperanza. Esperanza que muchas veces es lo único inmaterial que se posee para sobrevivir a la aspereza cotidiana, transformándose en una úlcera crónica que curación tras curación, no aparece la mejoría que necesitan.
Un extraño hombre de color que grita en una lengua ininteligible, sitúa al matrimonio en el límite de sus existencias, al arrendarles el departamento empujandolos a vivir en la terraza; agrietando la relación entre ellos al incluir a su hija en un trío perverso, sin ética ni moral; donde es necesario un confesionario para soltar los demonios que atormentan y que la dupla creadora del diseño: Macarena Mora y José Luis Cáceres, obtienen resultados satisfactorios al acotado escenario del Taller Siglo XX; elevando el escenario transformando la parte baja en una cueva para confesar los pecados. Pecados que afloran al no saber enfrentar lo desconocido, más si eso desconocido tiene el color de piel oscura y habla en un lenguaje desconocido, con gestos y actitudes raras, desafiantes, que enfrenta e invade los espacios relegando al patio trasero la mísera existencia construida en base a cobardías al traicionar sueños e ideales juveniles.
Entonces, al estar conscientes del final de sus vidas, el infierno se desata aquí, enfrentando donde y porque llegamos donde estamos y, como esto recién comienza; porque cuando no hay nada que perder, tampoco hay nada que ganar y, algo peor que la esperanza, aunque le demos otro sentido a la felicidad, es ver como el infierno acumula puntos.
FICHA TÉCNICA: Obra: INFIERNO.Dirección y dramaturgia: José Luis Cáceres
Elenco: Carmina Riego, Gerardo Orchard, Valentina Acuña y J. N. Becariño
Producción y prensa: Francisca Mundaca. Música: Marcello Martínez
Diseño: Macarena Mora y José Luis Cáceres. Vestuario: Fabián Jerez
Fotografía: Gabriel Munita. Diseño Gráfico: Macarena Mora