La obra “Informe de una Mujer que Arde”, cuya escritura corresponde a Isidora Stevenson, demuestra un gran avance en utilizar y, sacar debido provecho; a la tecnología digital zoom. Recurso tecnológico de moda gracias a la pandemia que nos azota como tragedia griega.
Porque la obra dirigida por Paula Bravo no es ni más ni menos una tragedia griega trasladada a nuestros tiempos.
La historia se inicia con una conferencia sobre aspectos que posee el clásico libro de la literatura universal La Odisea, del escritor Homero; para luego a modo de flashazos, hacer converger en escena a la esposa de Odiseo, Penélope; en donde debe mantener incólume e intachable su rol de mujer y, esposa perfecta. La acompañan en esta aventura sus criadas, ya muertas, que observan sus trágicas existencias en aquella sociedad que las ignora e invisibiliza, mostrándolas tan solo como un resquicio arquetípico al servicio de los deseos y vaivenes de los hombres.
En la época griega las mujeres estaban confinadas a labores suntuarias y menores; pero no por ello menos importantes, ya que eran objetos de deseo y, bajo esa óptica, se legitimaba toda clase de abusos.
En la obra “Informe de una Mujer que Arde”, la narrativa utilizada por la autora Stevenson, responsable de títulos tan destacados como “Hilda Peña” y “Réplica”; es poseedora de un lenguaje que hace confluir en escena distintos discursos con un mismo eje motivador causal de efectos similares; donde el esquema rizomático usado para armar realidades que han sido reiteradas tanto en el periodo griego como en la actualidad, es concluyente con las verdades expuestas en escena.
Lo sabemos concluyente porque en el periodo griego era normalizado. Pero en la época actual seguir aceptándolo, no se entiende.
Se transformó en una gymkana de sobrevivencia.
Se ha anunciado a esta obra como el impulso primigenio de una trilogía que re-visitará personajes históricos de la literatura desde una perspectiva feminista; siendo el primer ejemplo Penélope, la mujer que tiene por destino esperar el regreso de su marido: Odiseo; decisión acorde con los tiempos que transitamos.
Entonces la labor de Penélope es esperar.
Si. Le enseñaron que debe esperar aquel hombre designado como su marido.
Vivimos tiempos de espera. El país espera.
El acto de esperar por algo o alguién, no siempre lleva por buenos senderos que beneficien el tiempo invertido.
Mientras Penélope espera a su marido, el país adquirió la costumbre de esperar por un milagro que cambie el destino infausto que lo mantiene inmovilizado.
Entonces el país sufre el síndrome Penélope.
Tanto la autora Stevenson como la directora Bravo se cansaron de esperar. Ellas invierten ese tiempo, espacio, lugar y voces, en visibilizar y unificar con fuerza las angustias, abusos, injusticias y desvaríos constantes y sistemáticos que han cargado los hombros del género femenino, para aumentar el dique de contención y permitir la justicia esquilmada.
FICHA ARTÍSTICA: Dramaturgia: Isidora Stevenson. Dirección: Paula Bravo
Investigación: Maritza Farías. Producción General: Javiera Vio
Asistente de Dirección y Producción de Arte: Beatriz Saldaña
Elenco: Viviana Nass, Josefina González, Su Opazo y Carla Casali
Diseño escenografías e iluminación: Laurène Lemaitre. Diseño Vestuario: Macarena Ahumada. Técnica de Transmisión: Paula Jorquera
Música: Ángela Acuña. Diseño gráfico, montaje y edición audiovisual: Javier Pañella. Producción Audiovisual: Pablo Monsalve. Camarógrafo: Juan Millán. Foquista: Vicente Vergara. Eléctrico: Jonathan Cabrera.Sonidista: Eduardo Romero. Dron: Sergio Briceño. Mapping: Ximena Sánchez. Asistente Diseño en Rodaje: Daniela Vargas. Fotos: Josefina Pérez. Prensa: Claudia Palominos