Nada nuevo hay bajo el sol, salvo lo que se ha olvidado. Es un viejo dicho que calza plenamente a la obra de teatro virtual LA FAMILIA, estrenada en la sala online de la Universidad Finis Terrae, con dramaturgia de Marco Antonio de la Parra y adaptación para el formato streaming del director Luis Ureta; con el diseño técnico de Cristian Reyes.
El olvido vendría a ser el referente literario y cinematográfico que antecede esta pieza, y uno directamente es el libro y, posterior película: “La Escafandra y la Mariposa”, del autor francés Jean-Dominique Bauby; que al sufrir de parálisis en todo su cuerpo solamente veía y escuchaba a los familiares y enfermeras que lo visitaban en su lugar de recuperación. Hablar, moverse y, comunicarse con sus congéneres, era un acto inconcebible en sus condiciones. Otro libro y película donde también se da una situación similar es “Johnny Got His Gun” (Johnny tomó su fusil) del director y guionista Dalton Trumbo. Un soldado estadounidense es herido por una explosión en la Primera Guerra Mundial y pierde todas sus extremidades, el habla y los sentidos de la vista, el oído, el olfato y el gusto; quedando reducido a un torso viviente y aislado.
En ambos films, los personajes se dirigen a cámara y son los que llevan la acción, y a través de ese actuar nos enteramos del porqué dicho comportamiento.
Actualmente, dada las condiciones de pandemia que estamos viviendo que nos impide la asistencia presencial a un teatro, el formato digital a través de la web, se acomoda perfectamente para utilizar este recurso narrativo y que los actores se dirijan a cámara simulando hablar con alguien y siendo ese recurso el preferido en la obra LA FAMILIA, para indagar en los hechos trágicos que cargan sobre sus hombros este núcleo familiar.
La sinopsis de la historia es la siguiente: una pareja separada apenas sobrevive en torno a la mirada inamovible de su hija. La Madre, interpretada por Paulina García, trata de vivir su vida de mujer separada buscando desesperadamente pareja, arrastrando una grave depresión y una personalidad impulsiva e infantil. El Padre, interpretado por Francisco Melo, no tiene mucha preocupación por su hija, encerrado en una vida sin afecto, desconectado y distante.
El olvido y la negación se ha convertido en un gran movilizador en las relaciones humanas.
Negar para continuar con la existencia y Olvidar para mantener la conciencia tranquila, ¿y limpia?. Conciencia y Existencia se defienden a cualquier precio no importando los sacrificios, aunque en ello esté en peligro la continuación de la sangre y la estirpe; y una forma de reemplazar ocupándose, es adquirir la costumbre de ejecutar actos inútiles.
Y ambos padres al acostumbrarse a sobrellevar sus míseras existencias embriagando sus almas de covid-19 tal como lo exigen los tiempos actuales, optan por hundirse en un paso a paso sin retorno.
La eficacia en estructurar personajes creíbles en este formato semi-audiovisual tiene sus bemoles, ya que es dificultoso desplegar todos los atributos actorales tal como ocurre en una sala de teatro, debido a lo plano y unidimensional que permite la pantalla al estar solo frente a la misma; a pesar de ello la actriz Paulina García construye a una madre con diversos ángulos que sorprende. Lo opuesto sucede con el actor Francisco Melo, que con lo forzado y esquemático de su rol, requería de más espacio, aire y tiempo para desarrollar debidamente al padre. En reemplazo es útil combinar la actuación de los actores en vivo con imágenes pre-grabadas e insertarlas símil correlato, aún corriendo el riesgo de encandilarse con este recurso y alejarse de la premisa original, adueñándose del protagonismo el responsable de los efectos especiales.
La exploración de un novedoso lenguaje comunicativo se mueve entre el acierto y el error. Cuando se acierta se avanza en el conocimiento del lenguaje y que herramientas son efectivas. Cuando se yerra, se duda y se opta por retroceder para explorar otras alternativas y, actualmente en vivo y en directo, somos testigos privilegiados en tiempo real de las investigaciones que las productoras, compañías y actores están llevando a cabo con el único lenguaje que no pudo afectar la pandemia covid-19; y que es la humana necesidad de ser comunidad y contarnos historias a la luz de una fogata virtual.