Yo aprendí del teatro mi visceral necesidad dramática. Mi pintura tuvo en el espacio teatral, en su poesía, el apoyo seminal para empezar a hablar.
Allí deben ocurrir hechos, acciones. Ese espacio engendra tiempo y yo quiero usarlo demencialmente como un arma en mis búsquedas. Espacio y tiempo. Tiempo y poesía. Hacer de la imaginación una verdad poderosa. Unir tu propia locura a la de otros locos como tú: una comunidad, un universo de hombres y mujeres que, devotos, generosos, van buscando, llenos de amor, ser parte de un milagro siempre único, un misterio que nace, irrepetible, cada vez que un actor, una actriz, y otros fantasmas, entre sombras y luces logran unir sala y escena, público y poeta.
Este espacio imaginario que la poesía, la obra, ha creado, y que el juego de los actores se ha encargado de hacer audible con su cuerpo, con su voz, ha podido ver la luz, ser real por una orquesta invisible: maquinistas, utileros, traspuntes, sastres y sastras, iluminadores, directores y el escenógrafo que han querido dar forma a esta realidad diferente que, muchas veces, es todavía una nebulosa en el autor.
La obra, su poesía, es el motor que ha hecho nacer el respeto mutuo con que estos mundos vivirán esta aventura.
Toda la imaginación, las ideas, las teorías, búsquedas y caprichos, dogmas, fanatismos, obsesiones, deben servir a un solo propósito. Actores y servidores invisibles, unidos para inclinarse con amor, antes lo más importante la obra y su autor . Un universo.
En este oficio, creo yo, lo más importante, vital, es la humildad .
Nacer en cada obra, buscar allí, tan solo allí, bautismalmente.
Sólo la obra, a veces olvidando el autor, hará emerger el misterio, la emoción, la ilusión, lo divino del acto teatral.
Como artistas tenemos la obligación constante de aprender. Buscar las respuestas en nosotros a nuestras dudas, a nuestras angustias. Dotarnos milagrosamente de poderes para hacer realidad , con amor desmedido, con insolencia y ternura hacer realidad el milagro colectivo del cual siempre quise ser uno más.
Santiago, Mayo del 2019
Guillermo Núñez