
Con la muerte del escritor peruano Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura el año 2010; desaparece uno de los últimos exponentes centrales del Boom Latinoamericano. Novelista y cuentista de preferencia, donde destacan sus novelas La Señorita de Tacna, La Ciudad y los Perros, La Casa Verde, Conversación en la Catedral, Pantaleón y las Visitadoras. Mientras ejercía funciones de periodista, tuvo lugar la primera representación de su obra teatral, llamada: La Huida del Inca, en el teatro Variedades de Lima.
Mientras su carrera como novelista y cuentista seguía una línea ascendente, con importantes títulos y reconocimientos a nivel mundial, también se interesaba en la escritura teatral y la actuación, escribiendo una docena de títulos, tales cómo: La Señorita de Tacna, Kathie y el Hipopótamo, El Loco de los Balcones, Al Pie del Támesis, Las Mil y una Noche.
En todos estos textos continuó su exploración y el vínculo entre sus temáticas preferidas, como era la historia, la memoria y la ficción, que supo llevar al formato escénico, pero hay que reconocer que su trabajo de novelista, logró atraer la atención de los especialistas y lectores, dejando en segundo plano sus otras incursiones, tales como el periodismo, el comentario deportivo, el teatro y la actuación.
Siempre escribiendo teatro, tuvo varias incursiones teatrales atreviéndose a interpretar roles en lecturas dramatizadas, hasta lograr sostener funciones completas, de preferencia sus propios textos. Se recuerda una en particular siendo octogenario: Los Cuentos de la Peste, basada en el Decamerón, de Boccaccio, que protagonizó en el año 2015; acompañado de reconocidos actores. Su presencia en escena se limitaba al rol de contador de historias al conocer a fondo los vericuetos de la fábula y la fuerza dramática de la palabra.
Concluyamos esta nota con unas palabras de Vargas Llosa referida al arte escénico: El teatro es una forma de libertad. Es una manera de mirar la vida con otros ojos, de entrar en otras pieles, de imaginar otros destinos.
E imaginar que el teatro significó en el autor peruano, un espacio de juego como de reflexión y una forma de acercarse al público que no lo posee ni el ensayo ni la novela. También lo ve como una manera de generar experiencias colectivas, resaltando el aspecto comunitario del teatro. La experiencia de asistir a una obra es, en sí misma, un evento social que une a las personas en una misma emoción y reflexión, creando un momento donde se comparte la vivencia artística. Otro aspecto importante que ve en el teatro es la sensación de liberación humana que se produce a través de este arte. Vargas Llosa se ha referido al poder liberador del teatro, que permite cuestionar normas y desafiar el status quo. En este sentido, el teatro es un lugar de exploración y subversión que puede contribuir al cambio social.
Aunque sus opiniones abordan diversas dimensiones del teatro, la constante en su pensamiento es la crítica de la humanidad como medio para entenderla mejor.