La obra La Vida Que Te Di, con estreno y funciones en GAM; es un retrato por ausencia de un hijo asesinado en un centro de menores. Dirigida por Cristián Plana y protagonizada por Amparo Noguera, centra su atención en una vida exigida al límite, que permite al director seguir explorando y profundizando la alianza realidad versus ficción, como norte de sus obsesiones artísticas.
La obra se basa en el testimonio de una madre, Eliana Pérez, cuyo hijo fue asesinado en un centro del Sename el año 2013, cuyo registro fue obtenido por la periodista Carolina Rojas y recopilado en su libro Abandonados, texto con varios testimonios de abusos cometidos en ese lugar. Además, la pieza se acompaña con reflexiones de otro personaje creado por el autor italiano y premio Nobel de Literatura Luigi Pirandello, madre también en la obra La Vida Que Te Di, que no reconoce la desaparición física de su hijo y como forma de mantenerlo vivo, se rebela y persiste en su recuerdo acudiendo a las pertenecías que definían el carácter y personalidad de su retoño. Por lo tanto, la narración indaga en las huellas del ser ausente, en una acción alquimista para activar la memoria a través de los objetos que pertenecían al hijo.
Ambos textos enfocan su atención en el duelo materno ante la pérdida trágica de un hijo, cruzando realidad y ficción que nos permite percibir el sentido optimista de la vida y la definición categórica de la muerte; experimentar en un instante la existencia desgarradora que significan ambas realidades.
La adherencia de roles que plantea el director Cristián Plana, entre un ser real, la madre, y un personaje, la actriz; lo obliga a instalar al inicio de la obra y a modo de prólogo, dos imágenes claramente identificables para la transmutación de veraz a verosímil, y así catapultar la narración a realidades escénicas y plásticas, como recurso válido y efectivo que orienta la justificación del trabajo que vamos a observar.
¿Y cómo consigue ese intercambio el director Plana? Acude a dos recursos: el primero es la autorización y permiso del ser real que interpreta, para que la actriz explore una verosimilitud en escena y que el personaje no viaje a través de una narración tradicional correlativa, ya que no estamos en presencia de un relato aristotélico. El segundo recurso es la utilización de una máscara que tiene relación con la plástica escénica, para así en un proceso arquetípico la actriz recorra el infierno de Dante propuesto por la naturaleza humana confinada.
La pieza nos golpea de frente con un desahogo delirante en un trayecto a otro mundo, a otro rincón y sentido del sufrimiento para subliminal la pérdida, para perseguir un oasis inalcanzable de paz al constatar la ausencia. Desaparición física que deviene como un gesto político por la recurrente ausencia de responsabilidades gubernamentales, ya que instalar el dolor en escena tiene una trascendencia para la sociedad y estamentos políticos, de tremenda resonancia.
Ya que los discursos oficiales no consiguen entender el clamor de esa alma, emiten edictos que maltratan y alteran la realidad. Como acto de resistencia se recurre a la memoria histórica, ya que es sumamente útil la apropiación afectiva de una experiencia colectiva e individual, para que la historia y la memoria pasada se represente y adquiera forma; por ello, no existe la una sin la otra, la individual va nutriendo la colectiva y viceversa, en una sinergia sinfín para conformar un retrato, insuficiente y pálido del ser ausente, como bálsamo necesario para suavizar los demonios que oxidan el alma y así instalar la figura del hijo en el imaginario escénico.
FICHA TÉCNICA: Textos: Luigi Pirandello y Carolina Rojas | Testimonio: Eliana Pérez | Puesta en escena: Cristian Plana | Actuación: Amparo Noguera | Asistente puesta en escena: Diego Martínez | Sonido: Damián Noguera | Máscara: Franklin Sepúlveda | Vestuario: Sofía Núñez | Registro audiovisual: Tomás Plana | Realización: Gastón Espinoza | Baile: Paula Luchsinger | Análisis de texto: Macarena Bertoni | Una colaboración con: Fera | Equipo audiovisual: Dirección de fotografía: Tomás Plana | 1ero de cámara: Bruno Cánepa | Gaffer: Benjamín Araya | Eléctrico: Ángeles Osuna | Foto Fija: Amanda Torres | Asistente sonido: Christoffer Baeza.