“Lassen SiekeinenGedankeninkognitopassieren und nehmenSieIhrNotizbuchmitderselbenStrenge, mit der die Behörden das Ausländerregisterführen.” Walter Benjamin .
Esta nota podría empezar así: Todos los componentes de la pieza teatral DULCINEA ENCADENADA, se articulan a través de una red de signos que establecen las isotopías semánticas y sintácticas y no una diégesis lineal, sino una estructura rízomatica que, con sus líneas de fuga, constituyen una estructura aleatoria pero aprehensible, donde los elementos del dispositivo escénico tienen una sintáctica, tanto en lo que se refiere a la posición sintagmáticas donde concurren en la acción, como en lo referente al entrelazamiento de los contenidos denotativos de los objetos del dispositivo y de estos con los enunciados a su alrededor. Y en ello hay certeza.
Pero, revisando mi Notizbuch, con la intención de comparar las notas que hiciera en el estreno de Dulcinea Encadenada, con las que registrara en esta última función en diciembre en la Sala Tessier, vi algunas discrepancias de apreciación – las que no diré si son para bien o para mal- diferencias, las propias de un montaje corregido, las consecuencias del paso del tiempo, la reiterada incomodidad del espacio escénico para acoger el montaje, y las correcciones y cambios al texto y contenido discursivo de la obra.
¿Solipsismo epistémico? Ciertamente no, hay dos verdades y no hay argumentos ontológicos para afirmar que solo una es la verdad, en ambas hay mucho de creencia, de no verdad, ideas, modelos, teorías. La novel versión de este montaje pone en evidencia, además de los trazos del paso de la vida en los cuerpos de los performers, algunas diferencias con la propuesta original. Un montaje que adhiere a la intertextualidad – manifestada ya en el cognomento distintivo como pieza teatral-, que frente a la imposibilidad de la construcción de una narrativa identitaria fija y que, en su vocación de escape de el vacío enunciativo, recurre a un eslabonamiento de unidades dramáticas como eje estructurador de su discurso y relato, derivando en un espectáculo teatral de carácter performativo, cuya estrategia expositiva pendular, es bastante alejada del perseverante carácter ignaro y presuntuoso de algunas propuestas similares en nuestra escena local.
Si bien Dulcinea Encadenada rompe con el vacío enunciativo del teatro posmoderno local con un cromatismo tortuoso, ciertamente es una obra conceptual deconstructiva. Una crónica barroca, con un texto propio del barroco español de Rodrigo Faúndez -del cual bien sabe Rodrigo- que, en momentos, frisa en el gongorismo. La oferta dramatúrgica de Tania Faúndez se presenta como teatro de la Posmodernidad que hace uso de figuras epónimas y a la Dulcinea cervantina como Intertexto, por lo cual bien podríamos argüir “canibalismo textual”, pero aquí no se da el caso, más bien, al vestir a mismos actores con diferentes personajes y textos, pero con mismas vestiduras, se vislumbra una suerte de “Travestismo textual” Un mismo texto en distinto personaje manteniendo siempre el mismo ser, el de Dulcinea. Una metafórica apoteosis de trasfiguración donde la intertextualidad organiza y estructura un discurso compuesto por fractales escénicos: la performatica katabasis de la Dulcinea genérica.
Dulcinea Encadenada se puede distinguir como una performance teatral. Esta noción de performatividad se evidencia en el entrelazamiento de los contenidos con una visualidad expresiva corporal donde como recurso articulador de la teatralidad, se recurre – como en el montaje cinematográfico-, a una yuxtaposición de espacios de sentido, de planos visuales; con algunas escenas que transitan entre lo bello y lo ominoso, lo que permite contar una historia particular con imágenes particulares, pero con los mismos personajes y vestuarios y mismo espacio escénico. La historia es la misma, no importa en tiempo y lugar, los cuerpos son los mismos y están vestidos igual.
En su propuesta, tanto el silencio como el vacio es usado como herramienta dramática para el arco de la historia. El autor Faúndez cifra su dramaturgia en la imagen y el sonido donde todo es cíclico y rima. Las imágenes, al igual que sus personajes, riman; la imagen de inicio rima con la del final. Una prodigiosa manera de apropiarse de la técnica y hacerla poesía.
Creo que, en esta segunda lectura, más profunda y que apuntó a una disección forense de la estructura narrativa textual y de la puesta en espacio, relevó y reveló ciertas gracias y algunas desgracias que habían quedado ocultas en la primera visión, pero que ya se planteaban como incertidumbres en las acotaciones enunciadas en mi Notizbuch. Dulcinea Encadenada es una obra que requiere un público avisado. Un espectador que sea capaz de reparar en las diversas lecturas que están presentes en ella. Un público con una cultura literaria y teatral que supere la medianía imperante. Un tipo de espectador escaso en este momento, incluso entre los colegas del medio escénico.
Así las cosas, sobran argumentos para definir a Dulcinea encadenada como un palimpsesto; lo cual no es extraño en cuanto ésta se sobrescribe sobre textos de la Dulcinea del Manco de Lepanto. De cierta manera da cuenta de una estructura mítica que, para escapar del discurso tópico y crear personajes como figuras epónimas que enuncian su tragedia en la intertextualidad cervantina de la voz de Dulcinea, se reconstruye magistralmente en el presente
+ “No dejes pasar de incógnito ningún pensamiento, y lleva tu cuaderno de notas con el mismo rigor con que las autoridades llevan el registro de extranjeros”. Walter Benjamin
FICHA TÉCNICA: Obra: Dulcinea Encadenada: Dirección: Tania Faúndez. Dramaturgia: Rodrigo Faúndez. Elenco: Tania Faúndez, Carolina Pinto y Renato Vásquez
Diseño integral: Francisca Bravo.
Daniel Omar Bhega. Crítico y Académico.